Siempre en los grupos medianamente grandes, encontras alguien con quien hablar es más entretenido y placentero que con el resto. Por eso en cada reunión, en cada recital, en cada salida, es con esa persona con la que te acurrucas a charlar hasta el cansancio, se acompañan a tomar el taxi, se mandan mensajes de textos del tipo. ¡“No sabes lo que me paso”! el cual desencadena unos 10 mensajes más que te ponen contenta, muy contenta. DANGER. Así pasan unos meses. En esos meses, el resto del grupo empieza con las cargadas hacia ambos. Eso despierta tu curiosidad y empezás a notar esas señales que estabas pasando por alto. Se miran distintos, se saludan distintos, se escriben otras cosas… Te invita a salir sola, y vos feliz.
Primera “cita”
Llega puntual. Van a comer, no paran de hablar, de agarrarse la mano, de hacerse caras, de limpiarse el pedazo de pizza de la boca. Se van al cine, miran la película. Van al bar, beben de mas, van a otro bar, siguen bebiendo, van a desayunar todo sigue perfecto, van a la vereda, pasa el taxi, te subís. Llegas a tu casa. Y no entendes absolutamente nada. ¿Timidez? Elegís pensar que si.
Segunda “cita”
Llega tarde. Van a comer, no paran de hablar, de reírse, de contarse cosas, de compartir historias, de acercarse sin que pase nada. Es día de semana, y se van temprano porque mañana trabajan. En la parada del taxi, siguen hablando y hablando. Pasan 20 taxis, se hace re mil tarde, y siguen hablando. Se te acaba la saliva y te vas a tu casa. DANGER.
Así pasa “cita” tras “cita”, reunión tras reunión, y todo sigue igual. Justo cuando empezás a optar por tomarlo como un buen amigo, una madrugada, en el medio de un bar, te chanta un beso. Vos respiras profundo: besa bien, muy bien (fundamental), se vuelven a ver y son besos y más besos, manoseo y desenfreno. Todo se “siente” normal… apto para su futura función nocturna. Pero no, no pasa nada. Finalmente una noche van a tu departamento, y como vos no podes hacer nada… él lo acepta y solo se besan y se besan y se besan, y todo vuelve a sentirse normal y apto para su futura función nocturna. Noche tras noche miles de besos empañan los vidrios. Besos y mas besos… besos y besos… y ¡¡BASTA DE BESOS!!
Empezás a mirar para otro lado, harta después de meses. Y de golpe te suena el celular ¿te manda un msj? ¡No! Te llama, te habla con dulzura, confiado y rebosado de virilidad y te hace una de esas invitaciones que huelen a más. Vas a su casa, en la que vive solo, miran una peli, la peli termina, se apagan las luces… y vos… lo buscas… lo buscas… de miles de formas lo buscas. Y te acordas de esa casi primera vez en la que el sueño le gano el partido; y pensas con miedo y falso entusiasmo en cómo será todo. Y mientras te das cuenta de que con algún disimulo te corre la cara, te saca el brazo y te “ayuda” a darte vuelta para anteponer su brazo entre tu cuerpo y el suyo y solo poner la mano en la cadera, como cuando no queres que algo se caiga y escuchas en el medio de un bostezo forzado un: “hasta mañana, te dejo la luz de abajo prendida por si queres ir al baño”; te empezás a sentir de una forma indescriptiblemente desagradable. Te sentís rechazada y despreciada. Te queres ir, chasquear los dedos y desaparecer, y no sabes cómo hacer, porque te sentís tan mal que temes quedar como una loca. Así que no te queda otra que intentar dormirte, cosa que no logras hasta las 6 de la mañana cuando vez que está saliendo el sol, y en dos horas tenés que ir con completa amargura a trabajar. Absorta te despertas, ojerosa y malhumorada. El te prepara el desayuno, tomas dos tragos y solo te queres ir. El actúa con total normalidad. En el taxi, el tachero te habla de unión, y vos pensas en contarle lo que te acaba de pasar y pedirle ayuda. Te limitas a hablar del mal momento de unión.
Durante la semana para el todo sigue normal. Tu desconcierto es cada vez más nebuloso. Se vuelven a ver y vos estas rara. Pero aceptas una caricia, la devolves. De ahí en más CERO. Pasa la semana completa con dos mensajes raros a modo de excusa. El te dice de verse, se ven, están en grupo, y su rechazo es evidente. Esta sine estar, no habla, se ríe poco, no conversa, se va temprano. Desaparece por completo. ¿Qué hacer? ¿Qué pensar? ¿Qué decir? Solo escribile si queres, despedite, pone al grupo en primer plano y olvida. Pero no te olvides de todo, acordate del mozo buen mozo que te hace caritas y que te saluda con un beso meloso cada vez que te vas del bar, ese mismo bar en el que alguna vez creíste que nunca te ibas a topar con alguien que cree que el sexo es algo que se dice pero no se hace.
Historia Tristemente verídica y suavizada no se... supongo que porque en el fondo soy una buena persona...
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