Faltan cinco días, para ese día en que a la gente se le da por celebrar
esa cosa llamada amor; y ya los bares, los hoteles, los negocios, la peatonal,
la radio, la tele, las revistas y hasta el almacenero del barrio complotan con
Cupido. Llega el bendito 14 de febrero. Abrís tu facebook y lees casi con
envidia frases de amor, ves fotos de parejas felices, álbumes de fotos
tituladas “vacaciones con mi amor”, mientras en la radio un tachero le dedica
un bolero a su mujer que lo banca en las tantas horas que trabaja desde hace 21
años. Lo tomas bien por un rato. Hasta que de golpe, empezás a pensar en “ese
tiempo”, en el que creíste que fuiste feliz. Te acordas de los besos, de las
pavadas, de las peleas, de esas cosas que solo se saben entre dos… todos los
recuerdos te parecen nada comparados con tu ferviente soledad. Pones Sabina
Serrat y empezás a reclamarle a los gritos al ladrón de tu mes de abril, pensas
en tus fugases amores eternos, y te das cuenta que no haces otra cosa que
pensar en él y miras el techo esperando que Dios te escriba una respuesta en rojo. Pero
no pasa nada, mientras todo pasa. Te pones rabiosa y tu pelo se empieza a parecer al de Julia Zenko, vez por todos lados razones que desestiman, desaprueban y
reprimen el festejo de algo tan insignificante y comercial como “San Valentín”.
Te sentís superada, no te importa estar sola. Le das la razón a tu psicólogo: “No
necesitas a nadie”, escuchas la radio con indiferencia y le das me gusta a
todos los mensajes que tus amigas le escriben a sus novios, amantes o maridos para
demostrar que así estás bien, que disfrutas de la felicidad de los demás. Entras
en youtube, buscando una canción que te haga pensar en cualquier cosa menos en
el amor, y te encontras con el romance a flor de piel. Tu elección en otro
idioma no te ayuda y empezás a putear a tu profesora de inglés. Tu creciente
mal humor se empieza a teñir de melancolía… Empezás a soñar despierta y te
quedas colgada de la palmera. De apoco te empezás a sentir rara, te empezás a
dar cuenta que de verdad no necesitas a nadie, que es cierto que podes vivir sin
complicaciones sola, que podes seguir disfrutando de tus amigos y de tus cosas
sin sentirte mal y, más que nada comprendes que nadie murió de amor, que
Julieta y Romeo simplemente se suicidaron por error. Pero reaccionas de que aún
así queres un alguien ese alguien, que seguramente tiene
nombre, apellido, dirección, teléfono y facebook; te invite a compartir la
sencillez de las cosas de a dos, sin apuros, sin presiones; jugando, jugando...
Es cierto! Hay mucho tonto dando vueltas, y para peor la tecnología, las redes sociales amplifican su alcance tontil... O sea, tras que dicen pavadas le ponen megáfono! Asi como SanValentín siempre fue y sería un paquete comercial comercial; ahora pasado por todas las manos rubias de facebook es una grasada... A mis ojos poner una tarjeta de saludos en face es sacar lisencia de banana.
ResponderEliminarY hablando en serio: qué calidad de amor te puede dar una persona así? Me imagino que una persona que se porta como adolescente te da un amor adolescente... inseguro, ciclotímico, caprichoso... y en muchos casos egoista. Si te pones a pensar cuanta gente pone esas tarjetas estúpidas caes de que estás al horno!