martes, 20 de marzo de 2012

Soltero reciente: esperar hasta el próximo siglo


Un sábado en la peluquería, generalmente no es más que una tarde de gasto semi necesario, en la que charlas con la peluquera, con la de los ruleros, con la que hace las belleza de manos, con la que cae a las 19.30 y quiere que le hagan: lavado, nutrición, color, corte, peinado etc., y con tu mamá que te mira sentada en el vaporizador y no entiende nada de lo que decís pero igual comenta. Vos relajada, ya casi aburrida te pones a mirar la ropa que hay a la venta, te probas, vas y venís, le desfilas a tu mamá que siempre te mira como diciendo “me gustaría para mí”. Cuando de repente… entra un susodicho de unos 35 años, alto de ojos claros, músculos en exceso, bermuda playera, musculosa obvia, lentes de sol con tira para que cuelguen de su gigante cuello, anillo de oro con tremenda piedra negra en su dedo mayor. Medio tímido dice “hola, buenas tardes” Y aclara que no ato la súper moto de soltero reciente que se compro. Como es amigo de la peluquera, le pide tu número de teléfono. Vos, con alguna que otra aclaración se lo das. Ella, entusiasta, te hace una serie de descripciones respecto de su amigo. Hay ciertos comentarios que te asustan: “esta definitivamente separado, esta vez” (“esta vez” te huele a bolazo); “a parte tiene un trabajo enserio, pero labura de seguridad en un boliche todos los fines de semana”; “se compro un auto con el papá” (¿porque no se lo compró solo?, ¿Vive con el papá?, ¿Por qué no me responde cual es su trabajo enserio?, capaz tiene un bulo… que golazo!”; “el se re enamoró, se re entregó pero lo cagaron…”, “económicamente está muy bien”, “si se enamora hace lo que le digas” (Y… aja. A ver… ¿me comprará un departamento, o estamos hablando de cocinar, llevarme,  traerme… no entiendo nada, no me interesa esto, me perdí y tengo hambre, cómo se llamaba???) “Bueno” decís, que me escriba y veo que onda.
Pasa un día y te escribe, con cientos de errores graves de ortografía, cero onda y con palabras del tipo “bebe, niña, señorita”, y cuando no respondes enseguida te asusta con un “no te molesto mas”. Te enteras sin querer que su viejo amor sigue latente, y que el flaco está explorando la vida, recuperando el tiempo perdido, tanteando sin ser visto terrenos de varias zonas y esta corto de tiempo porque se propuso terminar el secundario. Tiene previas: lengua y literatura de primero a quinto año.
Te juntas con tus amigas y tiras el comentario, entre risas y preguntas, conjeturas y demás. Te quedan mirando y te preguntan: ¿para qué le respondes? En este punto uno suele mentir, pero esta vez no hay cursiva que valga, la verdad es que te alimenta el ego. Y eso no tiene nada de malo. Hasta el día de hoy te escribe, de vez en cuando le respondes. Vas a la peluquería y sabes que se viene la pregunta: ¿Qué onda con…? Y vos: “bien, me escribe de vez en cuando, ya nos juntaremos a tomar algo” (un 45 de marzo del año 3012, si es que llegamos, capaz que me subo a su nave espacial) 

martes, 14 de febrero de 2012

Jugando, jugando me fui enamorando...


Faltan cinco días, para ese día en que a la gente se le da por celebrar esa cosa llamada amor; y ya los bares, los hoteles, los negocios, la peatonal, la radio, la tele, las revistas y hasta el almacenero del barrio complotan con Cupido. Llega el bendito 14 de febrero. Abrís tu facebook y lees casi con envidia frases de amor, ves fotos de parejas felices, álbumes de fotos tituladas “vacaciones con mi amor”, mientras en la radio un tachero le dedica un bolero a su mujer que lo banca en las tantas horas que trabaja desde hace 21 años. Lo tomas bien por un rato. Hasta que de golpe, empezás a pensar en “ese tiempo”, en el que creíste que fuiste feliz. Te acordas de los besos, de las pavadas, de las peleas, de esas cosas que solo se saben entre dos… todos los recuerdos te parecen nada comparados con tu ferviente soledad. Pones Sabina Serrat y empezás a reclamarle a los gritos al ladrón de tu mes de abril, pensas en tus fugases amores eternos, y te das cuenta que no haces otra cosa que pensar en él y miras el techo esperando que Dios te escriba una respuesta en rojo. Pero no pasa nada, mientras todo pasa. Te pones rabiosa y tu pelo se empieza a parecer al de Julia Zenko, vez por todos lados razones que desestiman, desaprueban y reprimen el festejo de algo tan insignificante y comercial como “San Valentín”. Te sentís superada, no te importa estar sola. Le das la razón a tu psicólogo: “No necesitas a nadie”, escuchas la radio con indiferencia y le das me gusta a todos los mensajes que tus amigas le escriben a sus novios, amantes o maridos para demostrar que así estás bien, que disfrutas de la felicidad de los demás. Entras en youtube, buscando una canción que te haga pensar en cualquier cosa menos en el amor, y te encontras con el romance a flor de piel. Tu elección en otro idioma no te ayuda y empezás a putear a tu profesora de inglés. Tu creciente mal humor se empieza a teñir de melancolía… Empezás a soñar despierta y te quedas colgada de la palmera. De apoco te empezás a sentir rara, te empezás a dar cuenta que de verdad no necesitas a nadie, que es cierto que podes vivir sin complicaciones sola, que podes seguir disfrutando de tus amigos y de tus cosas sin sentirte mal y, más que nada comprendes que nadie murió de amor, que Julieta y Romeo simplemente se suicidaron por error. Pero reaccionas de que aún así queres un alguien ese alguien, que seguramente tiene nombre, apellido, dirección, teléfono y facebook; te invite a compartir la sencillez de las cosas de a dos, sin apuros, sin presiones; jugando, jugando... 

miércoles, 1 de febrero de 2012

Pensé que se trataba de cieguitos

Volviste a casa con mamá y papá, rescindir el contrato te dejo en la lona y tu idea de guardar para un futuro, en teoría cercano, la heladera, la cocina, la mesa, y todo lo que había en tu departamento paso a ser el salvavidas del presente. La necesidad ajena te dio el empujón y vos solo pusiste el precio. Un domingo a la noche, en pijama, pantuflas, los lentes para ver la tele y montones de hebillas en tu cabeza; bajas a abrirle la puerta a tu amiga la compradora que viene con otros dos amigos tuyos  y el flete con su respectivo dueño. De la nada vez paradito al respectivo dueño; una hermosa persona, con olor a heavy metal, remera acorde, saludo acorde, sonrisa acorde, apretón de manos acorde, sonrisa acorde de esas que arrugan la nariz. Ya sabes leer esa miradita a la que respondiste sin peros. De golpe y sin aviso, te encontraste estupidizada tirando comentarios sobre tu fracasado intento de vivir sola. Mediando la cháchara conquistadora, se preparan para irse y le tiras a tu amiga el comentario clásico y poco vueltero: “che, que lindo que es el dueño del flete” Tu amiga, sin sorpresa alguna te hace en un segundo mientras suena el motor de la camioneta, un recuento de datos imprescindible. Te reís y exageras tus expresiones, esas “cosas” siempre quedan en la nebulosa. Subís y largas el mismo comentario en la mesa familiar. Te reís porque tu mamá ya está pensando en comprar la tela para el vestido de novia mientras vos la miras diciéndole: “mamá, asumí que eso no va a pasar” y te suena el teléfono. Es tu amiga avisándote que el dueño del flete pregunto por vos, y que quiere hacer una “juntada” para conocerse. Otras de las cosas, que estas acostumbrada a que queden en el aire. Pero no, pasan las semanas y el dueño del flete mediando el nuevo y maldito medio de comunicación masivo: Facebook; te propone hacer una reunión, para comer algo y charlar un rato. Llega el día de la juntada. Todo muy pomposo, quedan en verse, previo a eso, mucho chat, mucho mensajito, muchas invitaciones futuras, muchas cosas básicas y lógicas. En fin, todo en un curso temiblemente normal. Quedan en verse, solos esta vez, vos como siempre, medida, prejuiciosa y miedosa esperas que venga a buscarte. Bajas y está en su amada moto, vos te sentís en una película de los 80 salvo por la ropa TU ROPA. La de él es casi como la del cantante de Def Leppard en su época de apogeo. Pasan una linda noche, charlando, conociéndose de apoco, coincidiendo en casi todas las cosas, salvo en su amor por las motos y los autos. Particularmente esos verdes repudiados por toda la sociedad argentina, con o sin razón. Vos, no le das demasiada importancia y seguís adelante en tu enamoramiento. Te devuelve a tu casa, se quedan mirando y te da un beso en la mano. Vos, ya estas lista. Con eso te compró. La soledad a veces, nos hace mirar rápido para otro lado, y no nos deja ver que nos estamos perdiendo de algo mejor que está casi siempre frente a nosotros. Pero bueno, rienda suelta al asunto, vuelven a verse, y otra vez, en su casa, con su familia, en un bar, en… otros lugares. Todo de mil maravillas, hasta que de repente y sin carta de citación desaparece. Lo esperas en tu casa, pero nunca llega, le hablas pensando que pudo pasarle algo y no hay respuesta. Esperas un tiempo prudencial te haces la boluda y le escribís. Te viene la respuesta de cortesía, esa que te hace sentir de lo peor. Y que encima te deja  todavía con la duda de qué pasó. Es simple, pocos hombres son capaces de ser consecuentes con sus actos y con sus palabras. Para pocos los actos significan algo. Más vale ser más simplista, mirar para otro lado, porque al pibe no le paso nada, simplemente se borro, sin dar explicaciones y sin importarle nada de nada. Se lo tragó la tierra, o quizás como a Pipo Chipolatti, lo secuestraron, un sábado a la noche, 6 tipos muy bien peinados, muy bien vestidos y con un Ford verde.  

martes, 4 de octubre de 2011

Un Niño Negro


Había una vez un niño de color negro que deambulaba por la vida sin saber  exactamente de qué se trataba la cuestión.  Enamorado de su novia  se mostraba seguro y feliz. Hasta que un día, la dulce novia lo abandonó.  Pobre niño negro con el corazón roto.  Pretendía superación y corría tras su ex novia a penas ella se mostraba con un nuevo amor. Patético y predecible gritaba excusas y se eximía de toda responsabilidad en la ruptura. Parecía honesto, pero todas las miradas de complotaban para no exponer su estupidez y ¿por qué no? Su decepción.
Entre noche, amigos y alcohol fijo su vista donde no debía, incisivo y meticuloso; atacó a su objetivo en un momento de debilidad. El objetivo, directo y precavido dio sus directivas al respecto; y accedió.  Los encuentros eran básicos, aburridos y con una marcada distancia generacional que generaba en el objetivo un desapego notorio. Pero el niño negro era insistente, sin mediar consecuencia alguna. Atento por demás, desubicado a la par. No sabía enfrentar simples situaciones, se admiraba de todo aquello que alguna vez a su objetivo le produjo admiración.  
Su discurso era convincente, se mostraba seguro y maduro. Había, durante un tiempo, estudiado la teoría a la perfección. Pero en la práctica, su notorio desconcierto ofendía a su objetivo.  La primera vez el objetivo hizo la vista gorda, dejó pasar la situación más desagradable y adolescente jamás experimentada en su vida. La segunda vez, intento explicar al niño negro el porqué de su enojo. El niño negro aparentando comprender y con una inoportuna sonrisa, intentaba demostrar madurez. El objetivo ya estaba fuera de su alcance. Pero el niño negro, ya rojo de vergüenza por su inexperiencia se mostró veloz en el contexto equivocado, y todo acabo rápidamente. El objetivo sugirió distancia. El negro niño empalideció por primera vez en su vida al ver plasmada su tonta existencia. Dándose cuenta que en la Tribu, cuando te pintan la cara, te bajan de un hondazo.
Pobre niño de color negro, que aún deambula por la vida sin saber exactamente de qué se trata. 

martes, 2 de agosto de 2011

Una especie que debería estar en peligro de extinción...


Llamémosla, simplemente, “La Farmacéutica”. Este espécimen no escapa a la descripción del mito dentro del rubro: “están todas locas”, más que un mito yo diría un hecho… un hecho agravado por la menopausia, el divorcio y la soledad.
El día que Laura la conoció fue por teléfono, la interrogó prepotentemente casi con un tono de barrio altanero y sin decoro. Las respuestas de Laura fueron cortas, simples y sin tono simpático. Laura se quedó sorprendida y un poco preocupada y solo podía pensar en quien sería esta señora. La respuesta la encontró en boca de un superior: “La Farmacéutica” La cara dubitativa de Laura obligo a su superior a dar más detalles, pero solo pudo quedarse un rato en silencio y acto seguido y a modo de excusa decir, casi resignado, un contundente: “Es lo único que encontré, no hay farmacéuticas disponibles en la ciudad”, tomó un cigarrillo de su atado y salió a fumar.
 Por ese entonces, la excusa no parecía relevante. Incluso a Laura le causó gracia que se refiera a Ella como si fuese una cosa. Laura la conoció personalmente un martes, había sol, aun no terminaba la primavera y estaba de buen humor. De buenas a primeras, 15 minutos antes de lo acordado, la ve aparecer por la puerta. Alborotada como una adolescente, caminaba encorvada y se la notaba despojada de todo signo de femineidad, jadeaba y se reía con una especie de timidez, que en ese momento Laura creyó sincera al punto de juzgar de machista el comentario de su superior. Su aspecto era poco decoroso, teñida con raíces ya crecidas, no muy alta, con algunas arrugas pronunciadas y con unos  ojos claros bien abiertos y mal delineados con una gruesa línea negra y algunas gotas de rímel corridos por la transpiración. En su época se ve que ha sido linda, pero los años la han deteriorada lo suficiente como para aparentar un poco mas de edad que la que profesa su documento.
Entró y miró a Laura de arriba hacia abajo ida y vuelta; alagó sus botas su cabello y largó una serie de afirmaciones acerca del desquicio de sus colegas, desquicio del cual ella estaba completamente excusada, según ella. Como siempre, en la vida y en los vínculos Laura decidió tomarse su tiempo para evaluar a “la farmacéutica” y no dejarse llevar por las palabras de otro. El día transcurrió normal. “La farmacéutica” solo hablaba de su manera de ser: abierta, sincera, frontal, segura, luchadora, etc. Laura escuchaba y asentía en alguna coincidencia. Se despidieron al final de la jornada con una sonrisa y un hasta mañana. Cuando  Laura llegó a su casa, se acordó de algo que la puso en alerta.
Unas semanas atrás, Laura y sus amigos se habían reunido a almorzar en un campo alejado de la cuidad. Entre los invitados se encontraba Iris, un personaje sin pelos en la lengua que pertenece al mundo de las farmacias. Laura se acerco a la pileta con unas cervezas para ponerse a charlar con quienes allí estaban tirados al sol. Iris hablaba de los aumentos de sueldo, de las categorías, de convenios y cosas así. Laura, para compartir la charla, comento sobre su trabajo y su nueva compañera; no alcanzó a terminar de pronunciar el apellido que ya estaba la enorme carcajada y un gesto aplastante en boca de Iris, quien al ver mi cara de desconcierto me preguntó: “¿La que vivió en el interior?” Laura casi con miedo dijo en tono medio: “Sí”. La expresión de Iris mostraba más que un seño fruncido y pronunció un temible: “Laura…” En eso alguien irrumpió y Laura, casi como un acto  de miedo inconsciente, no se atrevió a preguntar  absolutamente nada.  El día llegaba a su fin, Laura terminaba de sentarse en el auto, cuando escuchó la voz de Iris que le gritaba desde el portón con fuerza y esperanza: “Laura, esa mujer no enfila sus patos, cuídate”  El domingo llegaba a su fin, Laura preparó sus cosas, se dispuso a terminar de ultimar detalles y acostarse a dormir. Se durmió acordándose de las palabras de Iris.
Al día siguiente, todo se le olvidó. Las jornadas con “La Farmacéutica” eran amenas, no se conocían, así que como simples desconocidas que se verían obligadas a verse a diario, charlaban incansablemente, de las simples cosas del transcurrir laborar y de la vida también.  La distancia generacional le daba a Laura la posibilidad de ver las cosas desde otro punto de vista, siempre con sus reservas compartía cotidianeidades y expectativas. Laura estaba tranquila y feliz. Llegaba al trabajo con buen humor y bien dispuesta. Así pasaron las semanas, los meses. Hasta que de buenas a primeras, las charlas amenas se volvieron un monólogo, varios monólogos. Muchos monólogos. Excesivos  monólogos cargados de quejas, reproches, necesidades, complejos, problemas, confusiones y de explicaciones de cómo todo y todos le arruinaron la vida. Exigencias de cómo uno tiene que ser o dejar de ser. Suposiciones sobre la vida de Laura y la de sus familiares y amigos. Trataba a Laura casi como si fuese su hija menor. Cosa que irritaba mucho a Laura. Paso de ser agradable y compañera a ser la dueña de la verdad única y absoluta acerca de todo. El último día de la semana, Laura llegó a su casa y llamó a Iris. Hablaron por un rato muy largo.
En medio de la desvirtuada realidad de “La Farmacéutica” Laura ocupaba un lugar incómodo. Su nivel de tolerancia a la estupidez ajena era casi nulo, lo que le permitía lograr en un abrir y cerrar de ojos un bloqueo mental total; logrando desvincularse de esa nociva existencia que pululaba a su alrededor. Laura comenzó a limitarse a lo necesario. Comenzó a evitarla, charlaba pero ya sin entusiasmo, casi no pronunciaba oraciones, solo palabras sueltas y casi siempre ponía como excusa el trabajo que debía completar. Todo cambio se hace notar. Pero “La farmacéutica” era persistente. Hablaba tanto que por momentos Laura no estaba segura de qué es lo que estaba diciendo. Dejó de escucharla, no solo porque se hartaba de sus historias de dudosa procedencia, sino porque todo y todos para ella eran un fiasco o tenían algo en contra de ella o estaban obnubilados por ella. Entre sus tantos monólogos se la escuchaba decir que nuestro trabajo era una porquería, que algo raro y sucio tramaba nuestro superior; superior que mantenía una aventura lujuriosa e interesada con una compañera de otra sucursal; que la chica que nos ayuda con el mantenimiento del establecimiento era una negrita que limpia mal y pone demasiado café en su tasa. Los cadetes se le insinúan, los dueños de otros establecimientos con los que mantenemos relaciones laborales estrictas la invitan a salir  y le hacen promesas que la ponen a dudar; en reiteradas oportunidades “hablaba” por teléfono con su enamorado, en el mismo instante en que el teléfono sonaba de repente. Laura la miraba con una expresión indescriptible y ella se quejaba de lo mal que andaba su teléfono. Además de tanto defecto, ella conoce personalmente a todos. Tiene la capacidad de encontrar parentesco, cercanía o algo por el estilo en cualquier ser humano, sobre todo si ese ser humano se baja de un auto de más de 50.000 pesos. Target bajo si nos remitimos a sus expectativas. Y lo más gracioso, es que según ella: “Iris es su amiga”. Iris no tiene un buen juicio sobre ella. Ni siquiera la respeta como ser humano, habla de ella con un desprecio y una liviandad propios de alguien que está cansada de soportar sandeces gratuitamente.
Pasó el tiempo y todo seguía igual, solo que las actitudes y reacciones de “La Farmacéutica” se habían tornado peligrosas. Una tarde buscando algo en la repisa de la cocina, Laura se encontró con su nombre tachado y puesto en un vaso de vinagre. Otra Mañana Laura se quedó dormida y llegó tarde al trabajo. “La Farmacéutica” había llamado a su superior para informar que Laura no se había presentado a trabajar. Su superior le advirtió de las malas intenciones de “La Farmacéutica” lo cual dejó tranquila a Laura. Su superior estaba al tanto de lo que sucedía y no lo tenía bien visto. Laura comenzó a escuchar. A oír. A reaccionar ante eso que entre líneas y no tanto se le estaba diciendo. Se dio  cuenta de que cada cosa que ella decía, se volvía el punto de crítica y análisis no requerido por parte de “La Farmacéutica”. Tal es así que Laura comenzó a poner todo bajo seria sospecha.  Se dispuso a recopilar información y a exponerla entre sus allegados sin dar nombres, pensando que quizás estaba equivocándose o que su miedo a la gente la hacía ver las cosas de esa manera. Pero no fue así, Las respuestas de sus ex colegas, sus conocidos, sus superiores y los propios hijos de “La farmacéutica” le demostraron a Laura que estaba en lo cierto. Trabajaba junto a una solterona en potencia, fanática del tarot y las pociones mágicas, sobrevivía a sus mañana y sus tardes junto al desborde envidioso de un alma solitaria y en pena, soportaba la verborragia malintencionada de una divorciada que no recibe atención ni masculina ni medica desde hace ya demasiados años. Pero lo más importante era que Laura, seguía siendo Laura. Intacta, tal cual demostró ser desde el comienzo. Y encontró en esta fortaleza el arma mortal para aniquilar a “La Farmacéutica”: la ignoró completamente, al punto de limitarse a dos palabras diarias: “Hola” y “Adiós”. Al día de hoy Laura sigue enterándose de  cosas nuevas, cosas graves, cuentos, mentiras, palabras dichas con mala intención. Elucubraciones casi infantiles que de ser ciertas podrían desatar un problema irreparable. Pero eso ya no le preocupa a Laura. Solo le preocupa que se siga procreando esta temible raza: la de las farmacéuticas.

lunes, 16 de mayo de 2011

¿Se dice y no se hace? No, no. Se dice, se hace y se vuelve hacer.



Siempre en los grupos medianamente grandes, encontras alguien con quien hablar es más entretenido y placentero que con el resto. Por eso en cada reunión, en cada recital, en cada salida, es con esa persona con la que te acurrucas  a charlar hasta el cansancio, se acompañan a tomar el taxi, se mandan mensajes de textos del tipo. ¡“No sabes lo que me paso”! el cual desencadena unos 10 mensajes más que te ponen contenta, muy contenta. DANGER. Así pasan unos meses. En esos meses, el resto del grupo empieza con las cargadas hacia ambos. Eso despierta tu curiosidad y empezás a notar esas señales que estabas pasando por alto. Se miran distintos, se saludan distintos, se escriben otras cosas… Te invita  a salir sola, y vos feliz.
Primera “cita”
Llega puntual. Van a comer, no paran de hablar, de agarrarse la mano, de hacerse caras, de limpiarse el pedazo de pizza de la boca. Se van al cine, miran la película. Van al bar, beben de mas, van a otro bar, siguen bebiendo, van a desayunar todo sigue perfecto, van a la vereda, pasa el taxi, te subís. Llegas a tu casa. Y no entendes absolutamente nada. ¿Timidez? Elegís pensar que si.
Segunda “cita”
Llega tarde. Van a comer, no paran de hablar, de reírse, de contarse cosas, de compartir historias, de acercarse sin que pase nada. Es día de semana, y se van temprano porque mañana trabajan. En la parada del taxi, siguen hablando y hablando. Pasan 20 taxis, se hace re mil tarde, y siguen hablando. Se te acaba la saliva y te vas a tu casa. DANGER.
Así pasa “cita” tras “cita”, reunión tras reunión, y todo sigue igual. Justo cuando empezás a optar por tomarlo como un buen amigo, una madrugada, en el medio de un bar, te chanta un beso. Vos respiras profundo: besa bien, muy bien (fundamental), se vuelven a ver y son besos y más besos, manoseo y desenfreno. Todo se “siente” normal… apto para su futura función nocturna. Pero no, no pasa nada. Finalmente una noche van a tu departamento, y como vos no podes hacer nada… él lo acepta y solo se besan y se besan y se besan, y todo vuelve a sentirse normal y apto para su futura función nocturna. Noche tras noche miles de besos empañan los vidrios. Besos y mas besos… besos y besos… y ¡¡BASTA DE BESOS!!
Empezás a mirar para otro lado, harta después de meses. Y de golpe  te suena el celular ¿te manda un msj? ¡No! Te llama, te habla con dulzura, confiado y rebosado de virilidad y te hace una de esas invitaciones que huelen a más. Vas a su casa, en la que vive solo, miran una peli, la peli termina, se apagan las luces… y vos… lo buscas… lo buscas… de miles de formas lo buscas. Y te acordas de esa casi primera vez en la que el sueño le gano el partido; y pensas con miedo y falso entusiasmo en cómo será todo. Y mientras te das cuenta de que con algún disimulo te corre la cara, te saca el brazo y te “ayuda” a darte vuelta para anteponer su brazo entre tu cuerpo y el suyo y solo poner la mano en la cadera, como cuando no queres que algo se caiga y escuchas en el medio de un bostezo forzado un: “hasta mañana, te dejo la luz de abajo prendida por si queres ir al baño”; te empezás a sentir de una forma indescriptiblemente desagradable. Te sentís rechazada y despreciada. Te queres ir, chasquear los dedos y desaparecer, y no sabes cómo hacer, porque te sentís tan mal que temes quedar como una loca. Así que no te queda otra que intentar dormirte, cosa que no logras hasta las 6 de la mañana cuando vez que está saliendo el sol, y en dos horas tenés que ir con completa amargura a trabajar. Absorta te despertas, ojerosa y malhumorada. El te prepara el desayuno, tomas dos tragos y solo te queres ir. El actúa con total normalidad.  En el taxi, el tachero te habla de unión, y vos pensas en contarle lo que te acaba de pasar y pedirle ayuda. Te limitas a hablar del mal momento de unión.
Durante la semana para el todo sigue normal. Tu desconcierto es cada vez más nebuloso. Se vuelven a ver y vos estas rara. Pero aceptas una caricia, la devolves. De ahí en más CERO. Pasa la semana completa con dos mensajes raros a modo de excusa. El te dice de verse, se ven, están en grupo, y su rechazo es evidente. Esta sine estar, no habla, se ríe poco, no conversa, se va temprano. Desaparece por completo. ¿Qué hacer? ¿Qué pensar? ¿Qué decir? Solo escribile si queres, despedite, pone al grupo en primer plano y olvida. Pero no te olvides de todo, acordate del mozo  buen mozo que te hace caritas y que te saluda con un beso meloso cada vez que te vas del bar, ese mismo bar en el que alguna vez creíste que nunca te ibas a topar con alguien que cree que el sexo es algo que se dice pero no se hace.

jueves, 10 de marzo de 2011

Clonazepan y Circo: que quiso decir Calamaro con eso????????


16: 29hs. 
¿Cómo explicar los psicosomáticos estados estomacales?
Comida del día: Té con leche, 4 cerealitas, mate, una banana, 3 empanadas de carne, un yogurt "serenísimo" con cereales azucarados, agua. Todo en sus correspondientes horarios. 
Cigarrillos: 9.
Síntomas: Acides insoportable; vómitos; hinchazón, dolor constante en la boca del estómago, dolor de cabeza, mal humor. (Sexo seguro, embarazo imposible)  

Situación financiera actual: amarillo satinado. 
Situación familiar actual: blanca con manchas, muchas manchas. 
Situación laboral actual: existente, pero insoportablemente nula. 
Situación Social actual: sin expectativas. 
Situación Sentimental pasada, actual y fututa: nula.
Situaciones de Cambio: sin perspectivas.

Según los psicólogos todo este montón de situaciones generan repercusiones a nivel físico. Las cuales venís padeciendo desde hace unos 15 años con algunas intermitencias felices.
A los 15 te dicen que  por no saber, o por saber, o por creer saber o por recibir tantos concejos para llegar a saber que ser en algún futuro, siempre cercano y rebalsado de presiones y complicaciones; genera ansiedad. Tus padres te aconsejan salir, despejarte, disfrutar, conocer gente, hacer amigos, te compran ropa te hacen imaginar tu futuro exitoso con almohadones bordados con hilos de oro y fuegos artificiales.
Llegas a los 20 y te das cuenta que el hilo de oro esta valuado en dólares, que el almohadón era solo ilustrativo y que los fuegos artificiales son dos veces al año y no tienen nada que ver con vos. Te encontras en tu etapa de Estudiante, lo que implica que cada vez que quieras salir de fiesta con tus amigas, tus padres te van a decir que vivís en la calle, que no tenés limites, que no van a poder mantenerte toda la vida, que lo que te están ofreciendo ellos no lo tuvieron, y que muchos no lo tienen y que debes aprovecharlo porque tu futuro depende de ello.
Tu cara de desconcierto, después de comerte 40 horas semanales de cursado, más las horas que te pasas sentada en el escritorio de tu pieza, va a ser densa. Ellos, tus padres o responsables a cargo, tomando a penas como referencia la carrera que hayas elegido, evaluaran tu “etapa”. Toda evaluación al respecto será directamente proporcional al éxito de tus hermanos/as; primos/as; amigos/as; conocidos, hijos de, y por supuesto de tu edad. Si ya llegaste a los 25 y no cambiaste nunca de carrera, eso quiere decir que hace más de 7 años que estas intentando recibirte. Si tenés 25 y cambiaste de carrera al menos una vez, eso quiere decir que sin hacer demasiados cálculos, tu historial presenta mínimo 2 años tirados a la papelera de reciclaje. Si los pasaste… es porque tus padres pueden seguir sosteniéndote y no les molesta hacerlo; y, en el mejor de los casos porque sos responsable aunque te cueste.
En cualquiera de las tres situaciones vas a conocer tus primeros “ansiolíticos”, aunque muchos lo hacen antes, pongamos que sucede a los 25. Tenés tres opciones: o estás en la recta final y estas harto de hacer resúmenes,  sentís una gigante frustración y solo pensas en buscar trabajo; o prácticas el optimismo y seguís feliz a tu ritmo.
Si perteneces a la segunda opción, y la venís padeciendo hace unos año:  Bienvenida/o al Clonazepan: pastilla, bebida, cigarrillos, mariguana, peñas constantes, compras compulsivas, eternas horas en la cama, encuentros furtivos, migral compuesto, ranitidina, speed con o sin vodka;  dolor generalizado en el cuerpo, resacas los lunes, miércoles y domingos, etc.
Seguramente ya pasaste por una serie de trabajos malos, siempre con la opción “carrera para terminar” a mano; excusándote en la falta de tiempo vas a sentarte en el banquillo a buscar culpables… lo lamentable es que solo vas a encontrar tus ojeras en el espejo. Si tropezaste, por pura suerte, con un trabajo “digno”, tranquilo  y sin mayores sobresaltos, estas en condiciones de decir que usaste tu primer salvavidas. ¿Cuál? Ese que venís imaginando desde hace mucho tiempo, desde que a los 20 intentaron corregirte sin previo aviso y tu reacción, o no - reacción,  no le dio gusto a nadie; esa bocanada de aire, esa independencia tan buscada, esa supuesta comodidad insuperable, ese sueño, ese deseo, esa libertar, ese… todo: ese…  mudarte sola.
Como todo salvavidas, te ayuda solo a llegar a la orilla. Con lo cual estás en condiciones de elaborar una nueva lista, aún más neuróticamente compleja: el sueldo no te alcanza, todavía no cambiaste la cama de una plaza, los cuadros que tenias pensado comprar los cambiaste por una campera, una cartera y un par de zapatos que te arrancaron una sonrisa para el sábado; comprarte una calculadora, porque no podes creer que la cuenta que hiciste a mano tenga 4 números, buscar una respuesta al  porqué con los meses empezaste a  no poder levantarte de la cama aunque te hayas acostado sola a las 12.05, o a las 3 de la mañana… Y sobre todo una pregunta temible en la lista: ¿Por qué sigo?
Todos los días vas a levantarte apurada, vas a salir a la calle desprolija buscando un taxi para no llegar tan tarde al trabajo, donde te esperan: la puta alarma que jamás te espera, la neurótica y solterona compañera que le quedo grande a Ricardo Arjona, las noticias poco alentadoras del diario, el bostezo infinito, el dolor de cabeza, el aburrimiento, el cliente que viene una vez por semana y desparrama su vida en tus oídos y tu otra compañera, con la que por suerte podes hacer un poco de catarsis y está en la misma que vos. Cuando ella se va, te quedas con la compu buscando que hacer, arreglas el mate unas 10 veces, comes, fumas, fumas, fumas y… fumas. Te pasas los días pensando cómo resolver esta insoportable situación, volves a tu departamento incompleto a tu gusto, prendes la tele, la compu, pones la pava y avalúas hasta el cansancio la siguiente pregunta: ¿Voy al Gimnasio? No ves ningún cambio en tu cuerpo, con el cual seguramente tampoco estas contenta. ¿Invito a alguien a tomar unos mates? A veces vas, a veces no y casi siempre una amiga, TU amiga te salva las papas y te hace sentir mejor. Salís, tomas algo, hablas con tus amigos, se juntan a veces a comer, te distendés y volves al punto de partida. Tu cama chica, la ausencia de tele, el celular que no suena, la heladera vacía. Te vas de tus padres buscando cobijo, lo encontras por un rato. Vas y venís sonriendo por fuera, te das cuenta que perdiste la capacidad de relacionarte sinceramente con el sexo opuesto, y pensas que es culpa del pantalón que no te entra. Vas de tu psicólogo y te das cuenta de que todo esto es una estupidez, que es realidad, es una etapa manufacturada por tus propios miedos, por tu propia inseguridad, por tu incapacidad de disfrutar de lo que hay, sin pensar en que esto es lo que hay. Y te preguntas: ¿Qué es lo que estoy esperando? ¿Qué es lo mejor que va a venir? ¿Va a venir eso mejor?
No hay demasiadas respuestas… Por eso, mejor será pensar bien en qué es lo queres y después pensar en cómo obtenerlo. Fundamental: si vas a responder algo como “El quini 6”, acordate de jugarlo, no como yo, que jamás me acuerdo, no estoy segura de lo que quiero y sigo haciéndome demasiadas preguntas.
18: 45 hs.
Cigarrillos: 16
Situación actual: ¿Voy o no voy?