16: 29hs.
¿Cómo explicar los psicosomáticos estados estomacales?
Comida del día: Té con leche, 4 cerealitas, mate, una banana, 3 empanadas de carne, un yogurt "serenísimo" con cereales azucarados, agua. Todo en sus correspondientes horarios.
Cigarrillos: 9.
Síntomas: Acides insoportable; vómitos; hinchazón, dolor constante en la boca del estómago, dolor de cabeza, mal humor. (Sexo seguro, embarazo imposible)
Situación financiera actual: amarillo satinado.
Situación familiar actual: blanca con manchas, muchas manchas.
Situación laboral actual: existente, pero insoportablemente nula.
Situación Social actual: sin expectativas.
Situación Sentimental pasada, actual y fututa: nula.
Situaciones de Cambio: sin perspectivas.
Según los psicólogos todo este montón de situaciones generan repercusiones a nivel físico. Las cuales venís padeciendo desde hace unos 15 años con algunas intermitencias felices.
A los 15 te dicen que por no saber, o por saber, o por creer saber o por recibir tantos concejos para llegar a saber que ser en algún futuro, siempre cercano y rebalsado de presiones y complicaciones; genera ansiedad. Tus padres te aconsejan salir, despejarte, disfrutar, conocer gente, hacer amigos, te compran ropa te hacen imaginar tu futuro exitoso con almohadones bordados con hilos de oro y fuegos artificiales.
Llegas a los 20 y te das cuenta que el hilo de oro esta valuado en dólares, que el almohadón era solo ilustrativo y que los fuegos artificiales son dos veces al año y no tienen nada que ver con vos. Te encontras en tu etapa de Estudiante, lo que implica que cada vez que quieras salir de fiesta con tus amigas, tus padres te van a decir que vivís en la calle, que no tenés limites, que no van a poder mantenerte toda la vida, que lo que te están ofreciendo ellos no lo tuvieron, y que muchos no lo tienen y que debes aprovecharlo porque tu futuro depende de ello.
Tu cara de desconcierto, después de comerte 40 horas semanales de cursado, más las horas que te pasas sentada en el escritorio de tu pieza, va a ser densa. Ellos, tus padres o responsables a cargo, tomando a penas como referencia la carrera que hayas elegido, evaluaran tu “etapa”. Toda evaluación al respecto será directamente proporcional al éxito de tus hermanos/as; primos/as; amigos/as; conocidos, hijos de, y por supuesto de tu edad. Si ya llegaste a los 25 y no cambiaste nunca de carrera, eso quiere decir que hace más de 7 años que estas intentando recibirte. Si tenés 25 y cambiaste de carrera al menos una vez, eso quiere decir que sin hacer demasiados cálculos, tu historial presenta mínimo 2 años tirados a la papelera de reciclaje. Si los pasaste… es porque tus padres pueden seguir sosteniéndote y no les molesta hacerlo; y, en el mejor de los casos porque sos responsable aunque te cueste.
En cualquiera de las tres situaciones vas a conocer tus primeros “ansiolíticos”, aunque muchos lo hacen antes, pongamos que sucede a los 25. Tenés tres opciones: o estás en la recta final y estas harto de hacer resúmenes, sentís una gigante frustración y solo pensas en buscar trabajo; o prácticas el optimismo y seguís feliz a tu ritmo.
Si perteneces a la segunda opción, y la venís padeciendo hace unos año: Bienvenida/o al Clonazepan: pastilla, bebida, cigarrillos, mariguana, peñas constantes, compras compulsivas, eternas horas en la cama, encuentros furtivos, migral compuesto, ranitidina, speed con o sin vodka; dolor generalizado en el cuerpo, resacas los lunes, miércoles y domingos, etc.
Seguramente ya pasaste por una serie de trabajos malos, siempre con la opción “carrera para terminar” a mano; excusándote en la falta de tiempo vas a sentarte en el banquillo a buscar culpables… lo lamentable es que solo vas a encontrar tus ojeras en el espejo. Si tropezaste, por pura suerte, con un trabajo “digno”, tranquilo y sin mayores sobresaltos, estas en condiciones de decir que usaste tu primer salvavidas. ¿Cuál? Ese que venís imaginando desde hace mucho tiempo, desde que a los 20 intentaron corregirte sin previo aviso y tu reacción, o no - reacción, no le dio gusto a nadie; esa bocanada de aire, esa independencia tan buscada, esa supuesta comodidad insuperable, ese sueño, ese deseo, esa libertar, ese… todo: ese… mudarte sola.
Como todo salvavidas, te ayuda solo a llegar a la orilla. Con lo cual estás en condiciones de elaborar una nueva lista, aún más neuróticamente compleja: el sueldo no te alcanza, todavía no cambiaste la cama de una plaza, los cuadros que tenias pensado comprar los cambiaste por una campera, una cartera y un par de zapatos que te arrancaron una sonrisa para el sábado; comprarte una calculadora, porque no podes creer que la cuenta que hiciste a mano tenga 4 números, buscar una respuesta al porqué con los meses empezaste a no poder levantarte de la cama aunque te hayas acostado sola a las 12.05, o a las 3 de la mañana… Y sobre todo una pregunta temible en la lista: ¿Por qué sigo?
Todos los días vas a levantarte apurada, vas a salir a la calle desprolija buscando un taxi para no llegar tan tarde al trabajo, donde te esperan: la puta alarma que jamás te espera, la neurótica y solterona compañera que le quedo grande a Ricardo Arjona, las noticias poco alentadoras del diario, el bostezo infinito, el dolor de cabeza, el aburrimiento, el cliente que viene una vez por semana y desparrama su vida en tus oídos y tu otra compañera, con la que por suerte podes hacer un poco de catarsis y está en la misma que vos. Cuando ella se va, te quedas con la compu buscando que hacer, arreglas el mate unas 10 veces, comes, fumas, fumas, fumas y… fumas. Te pasas los días pensando cómo resolver esta insoportable situación, volves a tu departamento incompleto a tu gusto, prendes la tele, la compu, pones la pava y avalúas hasta el cansancio la siguiente pregunta: ¿Voy al Gimnasio? No ves ningún cambio en tu cuerpo, con el cual seguramente tampoco estas contenta. ¿Invito a alguien a tomar unos mates? A veces vas, a veces no y casi siempre una amiga, TU amiga te salva las papas y te hace sentir mejor. Salís, tomas algo, hablas con tus amigos, se juntan a veces a comer, te distendés y volves al punto de partida. Tu cama chica, la ausencia de tele, el celular que no suena, la heladera vacía. Te vas de tus padres buscando cobijo, lo encontras por un rato. Vas y venís sonriendo por fuera, te das cuenta que perdiste la capacidad de relacionarte sinceramente con el sexo opuesto, y pensas que es culpa del pantalón que no te entra. Vas de tu psicólogo y te das cuenta de que todo esto es una estupidez, que es realidad, es una etapa manufacturada por tus propios miedos, por tu propia inseguridad, por tu incapacidad de disfrutar de lo que hay, sin pensar en que esto es lo que hay. Y te preguntas: ¿Qué es lo que estoy esperando? ¿Qué es lo mejor que va a venir? ¿Va a venir eso mejor?
No hay demasiadas respuestas… Por eso, mejor será pensar bien en qué es lo queres y después pensar en cómo obtenerlo. Fundamental: si vas a responder algo como “El quini 6”, acordate de jugarlo, no como yo, que jamás me acuerdo, no estoy segura de lo que quiero y sigo haciéndome demasiadas preguntas.
18: 45 hs.
Cigarrillos: 16
Situación actual: ¿Voy o no voy?