jueves, 10 de marzo de 2011

Clonazepan y Circo: que quiso decir Calamaro con eso????????


16: 29hs. 
¿Cómo explicar los psicosomáticos estados estomacales?
Comida del día: Té con leche, 4 cerealitas, mate, una banana, 3 empanadas de carne, un yogurt "serenísimo" con cereales azucarados, agua. Todo en sus correspondientes horarios. 
Cigarrillos: 9.
Síntomas: Acides insoportable; vómitos; hinchazón, dolor constante en la boca del estómago, dolor de cabeza, mal humor. (Sexo seguro, embarazo imposible)  

Situación financiera actual: amarillo satinado. 
Situación familiar actual: blanca con manchas, muchas manchas. 
Situación laboral actual: existente, pero insoportablemente nula. 
Situación Social actual: sin expectativas. 
Situación Sentimental pasada, actual y fututa: nula.
Situaciones de Cambio: sin perspectivas.

Según los psicólogos todo este montón de situaciones generan repercusiones a nivel físico. Las cuales venís padeciendo desde hace unos 15 años con algunas intermitencias felices.
A los 15 te dicen que  por no saber, o por saber, o por creer saber o por recibir tantos concejos para llegar a saber que ser en algún futuro, siempre cercano y rebalsado de presiones y complicaciones; genera ansiedad. Tus padres te aconsejan salir, despejarte, disfrutar, conocer gente, hacer amigos, te compran ropa te hacen imaginar tu futuro exitoso con almohadones bordados con hilos de oro y fuegos artificiales.
Llegas a los 20 y te das cuenta que el hilo de oro esta valuado en dólares, que el almohadón era solo ilustrativo y que los fuegos artificiales son dos veces al año y no tienen nada que ver con vos. Te encontras en tu etapa de Estudiante, lo que implica que cada vez que quieras salir de fiesta con tus amigas, tus padres te van a decir que vivís en la calle, que no tenés limites, que no van a poder mantenerte toda la vida, que lo que te están ofreciendo ellos no lo tuvieron, y que muchos no lo tienen y que debes aprovecharlo porque tu futuro depende de ello.
Tu cara de desconcierto, después de comerte 40 horas semanales de cursado, más las horas que te pasas sentada en el escritorio de tu pieza, va a ser densa. Ellos, tus padres o responsables a cargo, tomando a penas como referencia la carrera que hayas elegido, evaluaran tu “etapa”. Toda evaluación al respecto será directamente proporcional al éxito de tus hermanos/as; primos/as; amigos/as; conocidos, hijos de, y por supuesto de tu edad. Si ya llegaste a los 25 y no cambiaste nunca de carrera, eso quiere decir que hace más de 7 años que estas intentando recibirte. Si tenés 25 y cambiaste de carrera al menos una vez, eso quiere decir que sin hacer demasiados cálculos, tu historial presenta mínimo 2 años tirados a la papelera de reciclaje. Si los pasaste… es porque tus padres pueden seguir sosteniéndote y no les molesta hacerlo; y, en el mejor de los casos porque sos responsable aunque te cueste.
En cualquiera de las tres situaciones vas a conocer tus primeros “ansiolíticos”, aunque muchos lo hacen antes, pongamos que sucede a los 25. Tenés tres opciones: o estás en la recta final y estas harto de hacer resúmenes,  sentís una gigante frustración y solo pensas en buscar trabajo; o prácticas el optimismo y seguís feliz a tu ritmo.
Si perteneces a la segunda opción, y la venís padeciendo hace unos año:  Bienvenida/o al Clonazepan: pastilla, bebida, cigarrillos, mariguana, peñas constantes, compras compulsivas, eternas horas en la cama, encuentros furtivos, migral compuesto, ranitidina, speed con o sin vodka;  dolor generalizado en el cuerpo, resacas los lunes, miércoles y domingos, etc.
Seguramente ya pasaste por una serie de trabajos malos, siempre con la opción “carrera para terminar” a mano; excusándote en la falta de tiempo vas a sentarte en el banquillo a buscar culpables… lo lamentable es que solo vas a encontrar tus ojeras en el espejo. Si tropezaste, por pura suerte, con un trabajo “digno”, tranquilo  y sin mayores sobresaltos, estas en condiciones de decir que usaste tu primer salvavidas. ¿Cuál? Ese que venís imaginando desde hace mucho tiempo, desde que a los 20 intentaron corregirte sin previo aviso y tu reacción, o no - reacción,  no le dio gusto a nadie; esa bocanada de aire, esa independencia tan buscada, esa supuesta comodidad insuperable, ese sueño, ese deseo, esa libertar, ese… todo: ese…  mudarte sola.
Como todo salvavidas, te ayuda solo a llegar a la orilla. Con lo cual estás en condiciones de elaborar una nueva lista, aún más neuróticamente compleja: el sueldo no te alcanza, todavía no cambiaste la cama de una plaza, los cuadros que tenias pensado comprar los cambiaste por una campera, una cartera y un par de zapatos que te arrancaron una sonrisa para el sábado; comprarte una calculadora, porque no podes creer que la cuenta que hiciste a mano tenga 4 números, buscar una respuesta al  porqué con los meses empezaste a  no poder levantarte de la cama aunque te hayas acostado sola a las 12.05, o a las 3 de la mañana… Y sobre todo una pregunta temible en la lista: ¿Por qué sigo?
Todos los días vas a levantarte apurada, vas a salir a la calle desprolija buscando un taxi para no llegar tan tarde al trabajo, donde te esperan: la puta alarma que jamás te espera, la neurótica y solterona compañera que le quedo grande a Ricardo Arjona, las noticias poco alentadoras del diario, el bostezo infinito, el dolor de cabeza, el aburrimiento, el cliente que viene una vez por semana y desparrama su vida en tus oídos y tu otra compañera, con la que por suerte podes hacer un poco de catarsis y está en la misma que vos. Cuando ella se va, te quedas con la compu buscando que hacer, arreglas el mate unas 10 veces, comes, fumas, fumas, fumas y… fumas. Te pasas los días pensando cómo resolver esta insoportable situación, volves a tu departamento incompleto a tu gusto, prendes la tele, la compu, pones la pava y avalúas hasta el cansancio la siguiente pregunta: ¿Voy al Gimnasio? No ves ningún cambio en tu cuerpo, con el cual seguramente tampoco estas contenta. ¿Invito a alguien a tomar unos mates? A veces vas, a veces no y casi siempre una amiga, TU amiga te salva las papas y te hace sentir mejor. Salís, tomas algo, hablas con tus amigos, se juntan a veces a comer, te distendés y volves al punto de partida. Tu cama chica, la ausencia de tele, el celular que no suena, la heladera vacía. Te vas de tus padres buscando cobijo, lo encontras por un rato. Vas y venís sonriendo por fuera, te das cuenta que perdiste la capacidad de relacionarte sinceramente con el sexo opuesto, y pensas que es culpa del pantalón que no te entra. Vas de tu psicólogo y te das cuenta de que todo esto es una estupidez, que es realidad, es una etapa manufacturada por tus propios miedos, por tu propia inseguridad, por tu incapacidad de disfrutar de lo que hay, sin pensar en que esto es lo que hay. Y te preguntas: ¿Qué es lo que estoy esperando? ¿Qué es lo mejor que va a venir? ¿Va a venir eso mejor?
No hay demasiadas respuestas… Por eso, mejor será pensar bien en qué es lo queres y después pensar en cómo obtenerlo. Fundamental: si vas a responder algo como “El quini 6”, acordate de jugarlo, no como yo, que jamás me acuerdo, no estoy segura de lo que quiero y sigo haciéndome demasiadas preguntas.
18: 45 hs.
Cigarrillos: 16
Situación actual: ¿Voy o no voy?

miércoles, 2 de marzo de 2011

Hot Al Cuadrado


Desde la esquina sentís su irresistible mirada, sin disimulo alguno te inspecciona, te hace sentir linda y sexi. Pasas por su lado, te saluda confiado, se presenta. Con un rodeo de ojos te sigue hasta que su interlocutor interrumpe el suceso. Entras a tu departamento, cerras la puerta y solo podes pensar en crudo: “¡Qué bueno está este flaco Dios mío! Los días pasan, se cruzan en la entrada del edificio, se sonríen, se miran, charlan… De tanto en tanto suena tu puerta, vos abrís con el pantalón corto desteñido y repleto de hilachas, la remera de Mickey que tenés desde que hace 15 años  cuando una amiga viajo a Disney y te la trajo de regalo, despeinada y descalza, con cara de sueño y de panza llena y del otro lado ese lindo torso descubierto,  con  su brazo derecho apoyado en el marco de la puerta; te supera en altura por lo cual inclina su sonrisa hacia a vos, te saluda y te pide algo. Lo que sea, yerba, mayonesa, servilletas de papel. Vos, aunque te sentís más fea que  charlize theron en “Monster”, despegas de tu patética vestidura la mejor onda posible. Comentarios del clima, del trabajo y se va… Cerras la puerta, y  te quedas embobada del otro lado de la puerta. Con el correr de las semanas se lo mostras a tus amigas. Justo ese día, el empapa de olor a perfume exquisito todo el pasillo, esta impecablemente vestido y saluda con total masculinidad. Tus amigas y vos, se mueren disimuladamente. Con el tiempo y de la nada, casi sin saber bien como, se vuelven más cercanos,  comparten cervezas en tu departamento, cigarrillos en la ventana, le cae bien a todas tus amigas y amigos, se suma a las comidas, se desenvuelve y empieza a mostrarse como es: un divino total, con buena onda, seguro, dulce, atento, gracioso…  te tira palos a modo de chiste, y te dice cosas que te hacen sonrojar… pasa por la ventana de tu departamento cuando esta yéndose, y te golpea con la llave…  Ahhhhhhhhhhhh etc. 
Casi el hombre perfecto,  salvo por el detalle de que vive en la puerta frente a tu casa. Así que linda, limítate a mirarlo y a quererlo como un amigo. Porque “Pueblo chico infierno grande”  y… ¿qué más chico que un edificio de cuatro pisos, en donde hay un chico hot cuya puerta queda tan solo a dos metros de la tuya? ¿Qué más chico? El hermano menor del chico hot, El dulce hot que tiene apenas unos años menos, lo conociste después, entre sonrisas y comentarios sobre el edificio. Es un dulce, atento, gracioso y trae la guitarra a tu casa cuando te juntas con tus amigas. Es sencillo y te hace sentir siempre en complicidad. Se juntan a ver películas, juntos como bueno amigos. Esta toda la semana trabajando afuera y cuando viene a la ciudad, se toma su ratito para visitarte o tomar algo con vos. Muestra interés en tus cosas y habla apasionadamente sobre su carrera. Sale con alguien de manera informal y se acusa de enamoradizo, asegura no poder estar con alguien sin tener sentimientos. Tiene la falta de timidez que a vos te sobra y se despide con un abrazo apretado siempre. Pero, aunque ya no vive todo el tiempo frente a tu puerta, de la nada y sin que nadie le haya preguntado algo al respecto, aclaro no poder jamás sostener una relación a distancia, y que no arruinaría una posible buena amistad por pasarla bien algún que otro fin de semana…. Conclusión: mato la idea, antes de que tu cabeza la pensara.
Así que… tendrás que esperar que se venza tu contrato y decidir: seguir mirando y disfrutando de tan bellas cualidades, con cariño y nada más, o mudarte no muy lejos y mandar LA SEÑAL. Y si no hay respuesta, al fin y al cabo… Los amigos como ellos nunca están de más.

Cotillón y Premio Consuelo


¿Cuántos tipos de hombres existen? El insulso, el dulce que nunca termina de convencerte, el contradictorio, el casado, el mirón, el sexopata, el más joven que vos, el mucho más grande que vos, el que vive de boliche en boliche, el drogón, el simpático con todos, el callado observador, el de los mensajes a la mañana, el de los mensajes a la madrugada, el que nunca tiene tiempo, el que lo tiene todo a tu disposición… ufff podría seguir, pero solamente voy a referirme al más triste de todos: “El conformista”
El conformista es un flaco pintón, que hace rato abandonó los 30, es canchero, tiene un buen laburo, seguramente vive con su novia, ha experimentado el placer de disfrutar su adolescencia al máximo, le rompieron el corazón alguna vez, está acostumbrado a no pasar desapercibido. Sabe escuchar, es aparentemente seguro y superado, tiene gustos caros y las palabras justas para hacerte sentir “especial”. Lo conociste de casualidad en un cumpleaños aburrido, repleto de separados, parejas al borde del abismo y una insulsa torta sin vela. El fue solo. Vos lo miras disimuladamente, te encanta. Pero intuís que pronto habrá un anillo enorme, dorado y redondo en su mano. Te dispones a interactuar. Todas las conversaciones giran en torno a lo “hijos de puta que son los hombres”, “lo desagradablemente histéricas que somos las mujeres” y cosas por el estilo. Como un golpe de suerte aparece la conversación futbolísticamente rival con el marido de la aburrida cumpleañera. Esto  llamó su atención. Se acerca descaradamente, y sin más inyecta su venenoso comentario; vos que tomas enserio al club de tus amores le contestas sin dulzura, pero con ese “que se yo” que una hace cuando de la nada algo te hace Clik. Ni siquiera recordás en qué momento el marido de tu amiga se volvió invisible, y seguís bebiendo despacito, y hablando con el Conformista. Te sentís como en casa, es abierto, gracioso, se te acerca de una manera masculina y sensual. Empezás a creer que no tiene novia, porque coquetea con vos casi descaradamente, pero exento de cualquier grado de vulgaridad. La “fiesta” no da para más, la dueña de casa ya junto las migas de la mesa y empezó a bostezar. Se empiezan a levantar todos y vos, miras tu celular y pensas: ¡son las 2… recién! La dueña de casa, sacude la llave, se acerca al conformista y le dice: ¡alcánzala! El como si nada y en confianza te dice: “Dale amarga, te llevo” “vos te reís”, se suben al auto… y te bajás tipo 4 de la mañana… Nunca pasó nada, pero hablaron de todo, se rieron, se golpearon las piernas con dulzura… se pasaron los números con la excusa de competir en el Gran DT. Cada partido de sus respectivos equipos implicaba algún que otro mensaje al respecto, con mensajes entrelineas. Verse era todo un jolgorio, siempre teniendo de que hablar, charlas sinceras e interesantes sonrisas delatoras, cada  cruce “casual” los disponía a ponerse al tanto de todo, como si fueran amigos con derechos ocultos. Amigos que en el fondo saben que quieren algo más. Todo es lindo, sano, reconfortante. Estas segura de que pronto, te va a partir la boca de un beso y van a empezar a conocerse en otros contextos, van a empezar sin prisa ni presiones,  especulaciones ni títulos,  a compartir un poco más.
Cobijas esa idea con tantas ansias que andas por la calle sonriéndole a las vidrieras. Pero…  Tres de cal, una de arena. Así se hace la verdadera mezcla, la de arena ya paso, ahora se viene la parte fea. Se viene el cumpleaños del marido de tu amiga. Vos feliz  y espléndida vas, esperando encontrarte al dulce “soltero” que te hizo Clik hace 5 meses atrás. Entras flamante, segura y superada. El aún no llegó. Te sentas, picas algo, y escuchas el timbre. Pensas que es el, pero no, es otro amigo. El mismo que se sienta en la mesa y pregunta porque no viene el conformista. El marido de tu amiga contesta: “Se fue a Buenos Aires con la novia”, la yegua de tu amiga, bruja de nacimiento, celosa de tus cinco años menos y tu flamante soltería; se sienta al lado tuyo y te cuenta todo, absolutamente todo sobre el conformista. Vos, con cara de “si ya sabía” y con una acides jamás sufrida en tu estómago, la escuchas. Volves a tu casa, te sacas el maquillaje, el vestido nuevo, las sandalias sexis, y te pones tu ropa de entrecasa y tu cara de nada, prendes la tele y te das cuenta que esto ya lo viviste, sos lo que falta en casa de... En casa de que un conformista. Conformista: es aquel que tiene una novia de cotillón: linda, amigable, sus amigos la aceptan, su familia la acepta, acepta todo tipo de actividad que él quiera hacer solo por el simple hecho de no perder tremendo partido, y porque es quien económicamente va a sostenerla de por vida; es un poco adolescente, sabe cuando hacerse la tímida, cuando ser agresiva, intenta ser superada aunque por dentro de remuerda, controla sin ser vista, resuelve con facilidad las cuestiones del hogar, no toma, no fuma, es simple. Seguramente esta perdidamente cómoda, y sabe en el fondo que lo que tiene "es lo que hay", y él igual, mejor bueno conocido que malo por conocer.  Quizás estés sentada creyendo saberlo todo, quizás tengas razón, quizas estés equivocada. Pero si de algo podes y debes estar segura, es que después de que nazca su primer hijo y las demandas empiecen a ser desmesuradas, la dulzura se acabe y se de cuenta que le pusieron la cuerda al cuello con candado de doble cierre; él va a preguntarse ¿Qué hice? Y vos sin querer junto a todas las otras como vos que sucumbieron a sus encantos, le van a contestar desde el recuerdo: Te conformaste con el cotillón y te llevaste el premio consuelo. No borres su número, en el fondo es solo un hombre solo en compañía, que dentro de no mucho va a hacerse demasiadas preguntas.

Jugando al "Zalamero"


El sobrino mayor de tu amigo mayor. Pasadito de peso, con un importante problema de acné. No fuma, no toma, pero evidentemente siguiendo la lista, lo tercero le resulta imprescindible. Automáticamente al conocerte, te saluda con mirada indiferente, pero con tacto elocuente. Vos ni lo miras, para qué si sabes a la perfección que quiso decirte sin hablar. Llevas sola demasiado tiempo, por lo cual accedes al “coqueteo”, con total desinterés, simplemente buscas un alza en tu ánimo. Con el tiempo, aparece en tu chat. Empezás a notar que las relaciones amorosas se desenvuelven en el espacio cibernético o en el espacio del telo con habitación disponible. En fin, dos meros mortales dispuestos a mentirse mutuamente se conectan a diario. El intercambio es dispar, vos solo disfrutas de la zalamería barata y el alimenta su ratón nocturno: hace promesas, te escribe poemas, escribe canciones inspiradas en; como suele llamarlo “lo nuestro”, te hace insinuaciones constantes; te jura que desde el primer instante en que te vio quiso arrancarte la ropa, y te propone miles de posibles encuentros y desparrama toda la conjugación del verbo amar. El detalle que a vos te salva, es que tiene novia. ¿Te salva que tenga novia? ¡NO!
El cristiano e insistente zalamero, ha pasado del messenger al celular. Y del celular a las repentinas apariciones en lugares a los que jamás va, y en los que vos te sentís como en tu segundo hogar. Pasa un tiempo largo, y vos empezás ficticiamente a responder a sus insinuaciones. Empezás a proponer vos posibles encuentros, arrancas con palabras poco usuales y provocadoras todas las conversaciones  y empezás a notar como la inhibición se apodera de tu zalamero amigo. Aunque lo absorbe la tentación tiene miedo y culpa anticipada. Vos, del otro lado, pegas el uno de espada en tu frente y miras feliz tus 33 puntos en la mesa. Ganaste. ¿Ganaste? Pasan un par de semanas, salís con tus amigas, bebes exageradamente, fumas una cosa verde que trajo la  “hippie” del grupo y estas a punto caramelo para salir por ahí. De la nada te llega un mensaje corto y simple: “quiero verte”. No respondes, seguís tomando y riéndote de todo. Cuando se tiene amigas con hijos o con novios, las salidas son ficticias, existe siempre la idea de salir, pero jamás se lleva a cabo; información que sirve a la hora de manejar dos opciones: llamar a las que ya están en algún bar, o responder al zalamero que te quiere ver.
Tus piernas están cansadas, tus brazos excitados, tu cabeza en cualquier lado, tu boca habla por sí misma y el zalamero te llama. En alguien con 24 años, que tiene el teléfono a tarjeta,  no trabaja y dice que estudia  llamar por teléfono es una clarísima señal de sinceridad. Quiere verte enserio. Contestas, accedes, le das la dirección de tu amiga y se encuentran. Pasa lo que tenía que pasar. Bien… digamos… Normal. Te vas a tu casa, te duchas y te dormís profundamente. Al otro día, prendes tu celular y tenés 7 mensajes del zalamero diciéndote que fue un error, que no debieron hacer algo así, que en este momento de su vida no puede empezar otra relación. Vos a penas te acordas de qué fue exactamente lo que paso, y no entendes porqué la palabra “relación” está escrita en el mensaje, decidís simplemente  responder tres cosas: “tenés razón”, “Todo bien”, “Borrón y cuenta nueva”. Lees su mensaje de agradecimiento mientras abrís la heladera buscando una pata de cordero de 2 kg. Y una coca cola de botella de vidrio extremadamente fría. Listo, problema resuelto. ¿Problema resuelto? ¡NO! Al parecer, el zalamero, purgo su culpa y quiere volver al ruedo. Va a empezar sigilosamente a pretender manipularte y convencerte de un próximo encuentro. Vos poniendo la excusa de estar saliendo con alguien (el control remoto de tu televisor); le decís que no. Él va a exponer argumentos en sus defensa “Yo lo hice, y ahora vos me decís que no”, se va a ofender dramáticamente, te va a caer a tu casa sin avisarte, te va a querer meter la mano bajo la pollera en cualquier lugar, este quien este. Y vos no vas a saber qué hacer. O sí... mentir.  
“Estoy enamorada de vos, quiero estar con vos, necesito que estés conmigo de otra forma, terminemos acá, me estas lastimando y no quiero llorar” etc., etc. ¿Funciona? ¡SI! Él va a desaparecer. Te va a eliminar de su vida, y solo va a limitarse a saludarte para tu cumpleaños, y en alguna que otra reunión común. Todo zalamero tiene un punto débil: el gramo de temor a que una loca enamorada le manche la foto legal. Pero esto no es todo, es sumamente importante eliminarlo de todas partes: teléfono fijo, celular, messenger, facebook, twiter, space y si es posible cambiar de apellido y de dirección. Porque a estos ejemplares les basta y les sobra con cruzarte en la calle para volver a repartir las cartas.