Desde la esquina sentís su irresistible mirada, sin disimulo alguno te inspecciona, te hace sentir linda y sexi. Pasas por su lado, te saluda confiado, se presenta. Con un rodeo de ojos te sigue hasta que su interlocutor interrumpe el suceso. Entras a tu departamento, cerras la puerta y solo podes pensar en crudo: “¡Qué bueno está este flaco Dios mío! Los días pasan, se cruzan en la entrada del edificio, se sonríen, se miran, charlan… De tanto en tanto suena tu puerta, vos abrís con el pantalón corto desteñido y repleto de hilachas, la remera de Mickey que tenés desde que hace 15 años cuando una amiga viajo a Disney y te la trajo de regalo, despeinada y descalza, con cara de sueño y de panza llena y del otro lado ese lindo torso descubierto, con su brazo derecho apoyado en el marco de la puerta; te supera en altura por lo cual inclina su sonrisa hacia a vos, te saluda y te pide algo. Lo que sea, yerba, mayonesa, servilletas de papel. Vos, aunque te sentís más fea que charlize theron en “Monster”, despegas de tu patética vestidura la mejor onda posible. Comentarios del clima, del trabajo y se va… Cerras la puerta, y te quedas embobada del otro lado de la puerta. Con el correr de las semanas se lo mostras a tus amigas. Justo ese día, el empapa de olor a perfume exquisito todo el pasillo, esta impecablemente vestido y saluda con total masculinidad. Tus amigas y vos, se mueren disimuladamente. Con el tiempo y de la nada, casi sin saber bien como, se vuelven más cercanos, comparten cervezas en tu departamento, cigarrillos en la ventana, le cae bien a todas tus amigas y amigos, se suma a las comidas, se desenvuelve y empieza a mostrarse como es: un divino total, con buena onda, seguro, dulce, atento, gracioso… te tira palos a modo de chiste, y te dice cosas que te hacen sonrojar… pasa por la ventana de tu departamento cuando esta yéndose, y te golpea con la llave… Ahhhhhhhhhhhh etc.
Casi el hombre perfecto, salvo por el detalle de que vive en la puerta frente a tu casa. Así que linda, limítate a mirarlo y a quererlo como un amigo. Porque “Pueblo chico infierno grande” y… ¿qué más chico que un edificio de cuatro pisos, en donde hay un chico hot cuya puerta queda tan solo a dos metros de la tuya? ¿Qué más chico? El hermano menor del chico hot, El dulce hot que tiene apenas unos años menos, lo conociste después, entre sonrisas y comentarios sobre el edificio. Es un dulce, atento, gracioso y trae la guitarra a tu casa cuando te juntas con tus amigas. Es sencillo y te hace sentir siempre en complicidad. Se juntan a ver películas, juntos como bueno amigos. Esta toda la semana trabajando afuera y cuando viene a la ciudad, se toma su ratito para visitarte o tomar algo con vos. Muestra interés en tus cosas y habla apasionadamente sobre su carrera. Sale con alguien de manera informal y se acusa de enamoradizo, asegura no poder estar con alguien sin tener sentimientos. Tiene la falta de timidez que a vos te sobra y se despide con un abrazo apretado siempre. Pero, aunque ya no vive todo el tiempo frente a tu puerta, de la nada y sin que nadie le haya preguntado algo al respecto, aclaro no poder jamás sostener una relación a distancia, y que no arruinaría una posible buena amistad por pasarla bien algún que otro fin de semana…. Conclusión: mato la idea, antes de que tu cabeza la pensara.
Así que… tendrás que esperar que se venza tu contrato y decidir: seguir mirando y disfrutando de tan bellas cualidades, con cariño y nada más, o mudarte no muy lejos y mandar LA SEÑAL. Y si no hay respuesta, al fin y al cabo… Los amigos como ellos nunca están de más.
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